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Estrellas oscuras


La primera persona en sugerir que podrían existir "estrellas oscuras", cuya atracción gravitacional sería tan grande que aún la luz no poseería suficiente velocidad para escapar, fue John Michell (1724-93), que presentó su idea ante la Royal Society en 1783. Su razonamiento fue algo así como: cojamos un objeto de la misma densidad que el Sol y calculemos el radio que debería tener para que la segunda velocidad cósmica fuese igual a la velocidad de la luz. Recordemos la expresión para la segunda velocidad cósmica,

Recordemos también que para una densidad constante, la masa aumenta con el cubo del radio, y por tanto,

donde MQ y RQ son la masa y el radio solar respectivamente. Sustituyendo los valores conocidos y despejando R obtenemos que esa supuesta "estrella oscura" tendría que tener una radio de unas 500 veces el radio solar.

A la misma conclusión llegaba de forma independiente Pierre Simon de Laplace (1749-1827), publicando esta solución en 1796. Pero durante el siglo XIX, la noción de "estrella negra" fue olvidada hasta que se retomó el asunto en el contexto de la teoría de la Relatividad General.