En una entrega del Astrophysical
Journal de 1965 aparecía un breve articulo
de Arno Penzias y Robert
Wilson anunciando humildemente un exceso de ruido en su antena
equivalente a una radiación
térmica isótropa de 3,5±1 Kelvin de
temperatura, medida a una longitud de onda de 7 cm. En el mismo
numero se
publicaba la interpretación teórica
del grupo de Princeton, con Robert Dicke a la cabeza: la radiación
residual de las primeras fases calientes del universo. El modelo
del Big Bang recibía un golpe rotundo
de apoyo observacional (ver
una historia más detallada).
En 1990, el equipo de COBE
(Cosmic Microwave Background Explorer) anunciaba nuevamente en una
entrega de la prestigiosa publicación Astrophysical Journal
(Astrophysical
Journal, 354, L37 (1990)) las medidas
del espectro de la radiación de fondo en unas cuarenta
longitudes de onda diferentes situadas entre aprox. 0.15 y 1.5 nm.
Estos datos ajustaban perfectamente con un espectro
de radiación térmica con una temperatura
equivalente de 2,728±0,02 K.
Pero el golpe definitivo- acompañado de un acto
propagandista de la NASA un poco fuera de tono- llegaría
en 1992 (Astrophysical
Journal, 396, L1 (1992)) cuando se publico el mapa
del primer año de datos del satélite donde se
podían diferenciar variaciones de hasta 30 microK
(microkelvin) en la temperatura equivalente del fondo de radiación
entre regiones del cielo separadas por más de 7 grados. Esto
equivale a variaciones de la intensidad de la
radiación de sólo algunas partes en cien mil. La
importancia de esta medida radica en que las variaciones de la
intensidad de la radiación de fondo nos pueden dar una
información valiosísima sobre las condiciones
del universo primitivo, unos 300,000 años después
de la "gran explosión", en los últimos
momentos en que la radiación estaba interactuando con los
electrones libres de los últimos átomos ionizados, y
permitir la medida de los parámetros cosmológicos más
importantes, como la constante de Hubble y
la densidad de
materia del universo, además de contrastar los diferentes
modelos de formación galáctica y las predicciones de
los modelos inflacionarios.
El grupo
de George
Smoot (director del proyecto COBE)
está trabajando en la nueva misión MAP
(Microwave Anisotropy Probe) que fue lanzada
en 30 de junio de 2001. Ya han
sido presentados los mapas del primer año de datos que
confirman y mejoran de manera espectacular los de COBE.
Pero la perspectiva de la cosmología espacial es
mucho más ambiciosa. Esta vez es la ESA la que está
preparando una misión para el años 2004 que se conoce
actualmente con el nombre de PLANCK
, en honor del conocido físico, aunque previamente habían
circulado nombres tipo COBRAS (Cosmic Background Radiation Anisotropy
Satellite) o SAMBA (SAtellite to Measure Background Anisotropy). Esta
misión corresponde a una tercera generación de
instrumentación espacial con una sensibilidad de una parte por
millón y una resolución de hasta 10 minutos de arco,
que permitirá determinar los principales parámetros
cosmológicos con una precisión de unos pocos tanto por
ciento, según clama J. Tauber, uno de los encargados de la
parte científica de la misión. Con mapas de esta
precisión en una gran parte del cielo (un 95%), la astrofísica
de finales de la próxima década logrará
empequeñecer las fronteras del conocimiento hasta las que nos
ha llevado el Telescopio Espacial
Hubble.
Más detalles en:
http://map.gsfc.nasa.gov/
(Página de divulgación sobre MAP)
http://aether.lbl.gov/www/projects/cosa/
(Página del grupo de Smoot)
http://astro.estec.esa.nl/SA-general/Projects/Planck/
(Información técnica
de la
misión Planck)
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